El edificio industrial tiene como característica principal los techos a dos aguas de tamaños diferentes, cubiertos por una estructura curvilínea de aluminio negro. Por eso la obra ha sido bautizada como “Techitos”.
La estructura, predominantemente blanca, se divide en dos espacios clave: el de los galpones pequeños y el galpón grande. La zona de oficinas está ubicada en los galpones pequeños. Allí se distribuyen ambientes tipo loft que se potencian con los amplios ventanales que permiten ver el verdor del valle circundante.
Adentro, el diseño tiene un aire contemporáneo, con vigas visibles estilo granja, que se complementa con una luminaria dispuesta en tres dimensiones, que como describe EFE, es una suerte de escultura interna. La sensación rústica es inevitablemente elegante. Además, en el interior de la construcción se alza un patio con un árbol central que brinda a los trabajadores un halo de descanso y contemplación, haciendo énfasis en los principios de espacios de trabajo nobles, estimulantes, que propician la felicidad y la productividad. “En Techitos se planteó la idea base de aprovechar todas las posibilidades de diseño, a partir de una construcción común y netamente funcional”, dice el informe de EFE. Por otro lado, en el galpón más grande, la empresa almacena quesos a temperatura controlada, por lo que arquitectura y diseño se conjugaron para crear “una piel interior recubierta de paneles de poliuretano que aíslan térmicamente el espacio de la calidez exterior”.
El paisaje de la zona de Pifo fue fuente de inspiración para dar forma a una arquitectura que asemeja el movimiento de una cadena montañosa, que se extiende desde la estructura principal hasta la garita de seguridad y de servicio en la entrada. Así, el diálogo acertado entre entorno, materialidad, diseño y funcionalidad, cierran esta propuesta con un resultado contundente.