Arquitectura Sin categoría

LOS DIÁLOGOS CONSTANTES DE KAZUYO SEJIMA

“No soy una arquitecta que pueda hacer muchos edificios”, declaró Kazuyo Sejima (62) al diario El País durante una visita que hizo a Barcelona en 2008. Esa premisa se ha mantenido en el tiempo y Sejima –quien es miembro del jurado del Premio Pritzker– sigue asumiendo que para hacer bien las cosas no puede ir rápido.

Ella es de las que necesita reflexión y dedicación a los detalles, sin apuros. Aunque en España comentaba que lo suyo se encaminaba hacia la extrema sencillez, eso no la ha acercado a ningún tipo de facilismo. Al contrario. Todo lo aborda desde el interés investigativo y el pensamiento. Su arquitectura –que desarrolla a través de SANAA (Sejima + Nishizawa and Associates), la oficina con sede en Tokio que tiene con su socio comercial, Ryue Nishizawa, desde 1995– se caracteriza por espacios flexibles, que fluyen y generan un habitar que promueve el diálogo entre el interior y el exterior, instando así al encuentro, a la comunicación.

Un espacio interior del Museo del Louvre-Lens.

Por ello es que en sus proyectos –tanto los personales como los que realiza con Nishizawa, con quien ganó el Pritzker en 2010– siempre se observa transparencia, presencia de luz natural, integración con la naturaleza o el espacio, una constante ligereza y una presencia protagónica del blanco, tanto como captador y reflector de la luz.

Entre los encargos realizados están el Museo de Arte Contemporáneo del Siglo XXI de Kanazawa, que en 2004 recibió el León de Oro en la Bienal de Venecia y se caracteriza por su planta circular donde no hay frente ni tampoco parte trasera; el Nuevo Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York (en el 235 Bowery, entre las calles Stanton y Rivington y conocido como el “New Museum”) que está formado por siete cajas rectangulares superpuestas de las artes y la fe; el Pabellón de la Serpentine Gallery de 2009, en los jardines de Kensington, y el Centro de Aprendizaje de Rolex, en Suiza.

En su Japón natal, donde vive en una casa con un pequeño jardín, hace clases en la universidad. También ha sido profesora visitante en Princeton y en la Escuela Politécnica Federal de Lausana, Suiza, además de liderar el Studio Sejima en Viena. En 2010, fue elegida directora del Sector de la Arquitectura de la Bienal de Venecia.

INTEGRACIÓN TOTAL

Como dato anecdótico las jornadas de trabajo de Kazuyo Sejima –que nació en 1956 en la prefectura de Ibaraki, en Honshü, la isla más grande del archipiélago japonés– siempre tienen un inicio conocido, alrededor de la diez de la mañana, pero nadie puede imaginar cuál puede ser su hora de salida. Su búsqueda de perfección es una constante y en eso ella no puede ceder. Sus primeros intereses en la arquitectura surgieron cuando era una niña que tenía aproximadamente ocho años. Sus padres querían hacerse una casa y para empezar a ver ideas compraron varias revistas del tema sin pensar en que su hija quedaría fascinada con la imagen de una casa que figuraba sobre una estructura de hormigón de cuatro columnas y tenía espacios y elementos que podían ser móviles en el tiempo. Esta correspondía a la llamada Sky house, del arquitecto Kiyonori Kikutake (1928-2011), uno de los fundadores del Movimiento Metabolista, que al surgir pos Segunda Guerra Mundial, y enfrentarse a las reconstrucciones de las ciudades y edificios, apostaron por la necesidad del cambio, las estructuras flexibles y a grandes escalas. Kikutake fue el maestro de Toyo Ito (1941), y este a su vez fue el de Kazuyo.

Con Ito, tras graduarse de la Universidad de las Mujeres de Japón, trabajó desde 1981 a 1986 y aunque sus caminos se separaron, se han encontrado en diversas oportunidades. Un momento clave en la historia de la arquitecta se dio en 1995, el mismo año en que se fundó SANAA, cuando fue llamada por Terence Riley, el curador en jefe del Departamento de Diseño y Arquitectura del MoMA, para que fuera parte de la exposición Light Construction. En la muestra se presentaron más de treinta proyectos relacionados con la transparencia, la translucidez y la tecnología de esos años. En ella, Kazuyo estuvo con la Residencia de Mujeres de Saishunkan Seiyaku (1991), al mismo tiempo que Toyo Ito lo hizo con el Museo Nacional de Shimosuwa. También participaron Renzo Piano, con el aeropuerto internacional de Kansai, en Osaka, y Jean Nouvel, con la Fundación Cartier para el Arte Contemporáneo.

Otra instancia relevante se dio en el marco de la reconstrucción de Japón, después del terremoto y tsunami de 2011. Además de las víctimas humanas, se destruyeron aproximadamente 60 mil edificios y varios de los arquitectos destacados del país se unieron para levantarse lo antes –y mejor– posible. Entre ellos estuvieron Kazuyo Sejima, Toyo Ito y Tadao Ando.

Ahora, uno de los últimos proyectos de Sejima, y del que se ha estado hablando con mucho entusiasmo, se trata de un tren que se fusionará con el paisaje. De él deberían hacerse unas siete unidades y en un comienzo solo está pensado para rutas cortas. Aunque no es mucho lo que se ha dado a conocer, se sabe que ella está trabajando tanto en su interior –que tiene que ser sumamente confortable– como en su exterior. Esto último es lo más innovador e impactante a la vista de cualquiera, ya que al ser de un material semi reflectante dará la ilusión de que se pierde en el paisaje tras su partida. Un encargo de Seibu Group que se supone que debería ser entregado en abril de 2019, y con el que esta arquitecta segura- mente sorprenderá integrando más que nunca una creación suya –que evidentemente estará en movimiento– con la naturaleza.