Esta es una obra del arquitecto Esteban López y la diseñadora de interiores Pamela Gilbert. La estructura, que forma parte de un conjunto de cuatro casas iguales, se encuentra ubicada en Same, Esmeraldas, en la cima de una baja montaña.
EXTENDIENDO LA BELLEZA NATURAL
Son 250 metros de elegancia en medio de un diseño relajado y contemporáneo, en donde priman los tonos suaves y naturales en sinergia absoluta con la arquitectura, creando un espacio marino ideal para descansar.
La casa tiene tres niveles. Primero, la planta de acceso en donde están los parqueaderos. Un nivel más abajo, la planta social y dormitorio de huéspedes. Finalmente, en el último nivel, los demás dormitorios. “La planta social es una gran plataforma que, gracias a la utilización de puertas corredizas, se transforma en un solo ambiente, interior y exterior, que remata en la piscina que se vuelve una sola con el mar”, anota Pamela.
Adentro, los tonos suaves y alegres del mobiliario complementan el blanco de pisos y paredes. El verde agua, el azul, el blanco, la madera y el mimbre hacen posible una composición que extiende la belleza natural del exterior. Sin competencia.
“Uno de los principales requerimientos fue la utilización de madera que la incorporamos en la mesa de sala y en el juego de comedor, cerciorándonos de que sea madera certificada, y de sofás de mimbre provenientes de la familia de los dueños”, cuentan los arquitectos.
DISEÑO ICÓNICO
Varias piezas marcan la diferencia en el interior de esta casa de mar como la lámpara que está colgada en la esquina izquierda de la sala de la marca italiana Flos, el elemento perfecto para darle carácter a la gran pared blanca de fondo.
Con la cocina, la sala, el comedor y la terraza formando un solo espacio social, se decidió que en porche y terraza el mobiliario fuese liviano en contraste con la espectacular vista azul profundo. Aquí los muebles son de acrílico de la marca italiana Kartell en tonos transparentes y blancos. La hamaca en color verde agua nos lleva de vuelta a la decoración propia de la Costa ecuatoriana, un detalle de relajación y juego por excelencia.
Desde su fachada, con hermosas jardineras, hasta su condumio interior, esta casa de playa nos invita a fundirnos en esos ‘cuadros’ que se divisan desde cualquier ángulo. Cada ambiente es una composición perfecta que eterniza la deliciosa sensación de la brisa, la frescura de mar.