Para muchos, viajar al Amazonas es sinónimo de aventuras y camping, algo que no es del agrado de todo el mundo. Justamente por eso, hace un par de años, se instaló el lodge Mirante do Gaviâo, un lugar ideal para los que aman la aventura, pero con un toque de lujo y comodidad. El desarrollo de esta iniciativa partió de la necesidad de crear una posada que albergara a los turistas y, al mismo tiempo, estableciera un vínculo entre las diferentes navegaciones que hacen expediciones en el Río Negro, así el hotel sirve como una especie de embarcadero, y puede recibir no solo a sus huéspedes, sino que, también, puede acoger a los visitantes que llegan por el día en las embarcaciones.
Proyectado por el atelier brasilero O’Reilly Sustainable Strategies, el hotel posee siete bungalows construidos con madera certificada y que asemejan a un barco invertido. La forma elegida no fue una decisión caprichosa. La idea nació de la tradición local, ya que los habitantes de la comunidad ribereña siempre han hecho barcos en madera, pasando este conocimiento de padres a hijos.
La idea del atelier fue adecuarse lo más posible a su entorno y por eso prefirieron hacer los bungalows con pisos elevados y así preservar la permeabilidad del suelo.
Mirante do Gaviâo cuenta con siete bungalows con un cuidado diseño interior que incorpora de manera equilibrada los materiales de la selva; revestimientos en fibras naturales, mobiliario de madera noble con detalles en marquetería, además de bellas piezas de fabricación regional, muchas de ellas, creadas por los artesanos de la Fundación Almerinda Malaquias, ONG a la que el hotel apoya.
El diseño destaca por la integración con el paisaje y por su preocupación por la sustentabilidad, para entregar el máximo confort con el mínimo impacto. En esta línea, el proyecto contempló un proceso de reforestación con plantas nativas, el que estuvo a cargo de la paisajista Clariça Lima de São Paulo, quien se inspiró en la expedición de la botanista británica Margareth Mee por la Amazonía, la que dio a conocer más de 70 plantas nativas y árboles frutales, transformándose en una de las primeras ambientalistas que acusó el peligro de la deforestación del Amazonas.
Los bungalows se encuentran esparcidos en dos mil metros cuadrados de área construida, lo que da mucha privacidad a sus huéspedes. Cada estructura se conecta por pasarelas que llevan a los huéspedes a la planta baja del hotel, donde se encuentra la moderna piscina y la enorme cubierta, también en madera, donde está el restaurante Camu Camu, con menú a la carta que destaca los ingredientes amazónicos y sus peces raros, en recetas creativas firmadas por la chef Débora Shornik. Uno de los platos imperdibles es el tucunaré con harina de yuca. Todo esto disfrutando de una increíble vista hacia el Río Negro, donde los comensales pueden disfrutar de un almuerzo o comida respirando el tranquilo y puro aire del Amazonas.