Siempre he vivido en casas antiguas, me gustan mucho. De hecho, no puedo con la altura de las casas y departamentos nuevos, me ahogo”, cuenta la dueña de esta casa que fue completamente remodelada por el arquitecto Juan Luis Martínez, logrando darle nuevos aires.
Si bien una de las claves de esta restauración-remodelación es que prácticamente no se nota, no hay que creer que por esa razón fue fácil. Por el contrario, detrás hay un trabajo minucioso y muy respetuoso de la esencia de la construcción de mediados de la década del 40. “El valor de esta remodelación es que las personas que visitan el lugar no notan que algo se hizo, pareciera que siempre hubiese sido así y eso me agradada mucho, ya que mi intención fue darle un toque moderno, pero entendiendo que es una casa clásica que tiene una historia interesante que debe resguardarse”, explica el arquitecto.
Uno de los cambios más grandes que se hicieron fue trasladar la loggia –la que se encontraba en el patio trasero– hacia la parte delantera de la casa.
La idea fue dividir una gran sala de estar que había en dos, dejando en un lado la loggia y, en el otro, un pequeño escritorio. Eso hizo que el espacio usado por la ex loggia se convirtiera en un nuevo y exquisito comedor, el que está conectado a la cocina abierta, la que también fue completa- mente remodelada. “Juan Luis fue el encargado de diseñar todos los muebles de cocina y yo propuse el color”, cuenta la dueña.
Como la idea era respetar la esencia de la casa, se hicieron puertas vidriadas que coincidieran con la arquitectura original y se compró una nueva puerta para la entrada principal. Al mismo tiempo, se restauraron todas las ventanas y se reemplazó el piso de la segunda planta, ya que los propietarios quisieron poner una losa para minimizar el crujido de las maderas, las que fueron reemplazadas por un piso de parqué.
La decoración de la casa es historia aparte. Aquí la dueña puso todo su corazón para que todo quedará armónico y muy acogedor. Bastante color, muebles de diferentes estilos, objetos artesanales, pinturas y esculturas de diversos artistas hacen de este un lugar ecléctico y muy entretenido. “Soy muy estética y me gusta que los espacios tengan personalidad, pero tampoco me preocupé demasiado en buscar nuevas cosas, más bien reutilicé la mayoría de la decoración que teníamos en nuestra casa anterior”, confiesa la propietaria. Llaman la atención las preciosas sillas de mimbre que están en el living, las que fueron mandadas a hacer a un artesano especialista en trabajos de alta complejidad.
Otra de las cosas que sobresale es la lámpara del comedor y por último, el jardín también fue rediseñado. Se botó una bodega y en su lugar se puso el bbq y se armó una terraza con espíritu de escenario, ya que es más alta que el resto del jardín. Así fue como una propiedad que había perdido parte de su glamour lo recobró con creces gracias a una buena restauración.
Un cuadro del artista Félix Lazo enmarca el sillón, entregando mucha fuerza, gracias al color amarillo que predomina en la obra. La calidez de las texturas y las fibras suman a esta propuesta.