Descubre un santuario donde la creatividad y la naturaleza se entrelazan, creando un espacio donde los materiales orgánicos y las siluetas inspiradas en la imponente belleza montañosa coexisten en perfecta sinfonía.
Redacción Casa. Fotos: Mikhail Loskutov
Esta villa impresionante, propiedad de un empresario y filántropo, se encuentra a 1600 metros sobre el nivel del mar, en la región de Laks, en Daguestán, en un lugar excepcionalmente hermoso y repleto de pintorescas cadenas montañosas. Aquí, en el pueblo de Kurkli, pasó su infancia el propietario de la casa, guardando los recuerdos más cálidos de aquel tiempo.
La casa, construida en 2006, acabó resultando incómoda para vivir. El propietario invitó a la interiorista Ksenia Breivo a llevar a cabo la renovación, así como para transformar la infraestructura alrededor de la villa y modernizar las construcciones existentes en sus terrenos.
En la primera planta se encuentra una amplia zona común con un salón para recibir a los invitados, que también sirve como área de descanso, biblioteca, sala de música y comedor. Para el área de descanso, Ksenia diseñó específicamente unos sofás con ruedas, de manera que puedan orientarse hacia la sala de música, lo que resulta muy cómodo y provechoso para los numerosos invitados y amigos que se reúnen en este acogedor hogar para disfrutar de veladas musicales, almuerzos y cenas multitudinarias.
En la segunda planta se encuentra la zona privada con los dormitorios de los propietarios. La amplia habitación principal de la dueña, de 55 m², con chimenea y área de desayuno, así como un espacioso baño con tocador, se creó a base de cubrir parcialmente con techos unas grandes terrazas abiertas que no se utilizaban.
En la búsqueda de las formas arquitectónicas y la plasticidad del espacio y los objetos, Ksenia se inspiró en la naturaleza, así como en el estudio de la historia de la arquitectura nacional de Daguestán a través de los archivos. “Leí mucho sobre los asentamientos de los laks y otros grupos étnicos, cuyas viviendas de formas ligeramente irregulares parecen como una especie de laberintos de piedra que se retuercen en unas estructuras con forma como de anfiteatro”, comparte Ksenia.
Así, los contornos suaves de las cadenas montañosas que rodean la villa inspiraron la partición ondulada diseñada por la creadora, con unos estantes integrados en la zona de descanso. Debido a la ubicación remota de la casa, de difícil acceso para hacer entregas, Ksenia recurrió exclusivamente a materiales locales para la construcción y la decoración de los interiores: arenisca de Daguestán; madera maciza de nogal, roble y albaricoque; cerámica; junco; piel de oveja, y sisal.
Junto a las técnicas tradicionales para la decoración de los espacios, la diseñadora utilizó técnicas modernas, como la aplicación de microcemento, una tecnología de uso rápido que resulta en una superficie que recuerda a la piedra natural. Un maestro de Krasnodar aplicó una pintura decorativa en las paredes con un método secreto. Al tono elegido, característico del paisaje circundante, Ksenia lo llamó kurkli, en honor al pueblo.
Casi todos los muebles y lámparas de la casa, con la excepción de algunos artículos vintage y antiguos, fueron diseñados por Ksenia. Como resultado, el proyecto está lleno de objetos artesanales y arte aplicado de Daguestán, ya que Ksenia se hizo amiga de los artesanos locales, quienes, a partir de sus bocetos, fueron encargándose de la fabricación de objetos de cerámica, lámparas de teja y ramas de palmera o bancos y platos de madera quemada. Se contó con una silla del diseñador Denis Milovanov que se integró en el conjunto a la perfección, con una textura maderosa que resalta ese ambiente único.
“En este proyecto, mediante mis soluciones de diseño, quería transmitir principalmente la impresión del paisaje circundante, para que el interior de la casa se convirtiera en su extensión, y permitiese así sentir y comprender la naturaleza local, única y asombrosamente hermosa”, comparte Ksenia Breivo