Aunque la mayor parte de su vida la ha dedicado a la dirección de arte en el área de la publicidad, Carolina Cross, la propietaria de esta casa, bien podría estar entre maquetas y planos, entre los más sabrosos ingredientes para preparar una buena receta o bien, a cargo de un proyecto de paisajismo. Eso y más. Está llena de intereses y tiene un talento estético que queda en evidencia al conocer su mundo más personal.
Dedicada a la cerámica desde hace un par de años, se ha abocado a esta práctica a conciencia y ahora se encuentra, además, experimentado con porcelana. “Comencé hace diez años, intentando salir un poco de la publicidad, me encantaba, pero no me decidía a dedicarme
completamente. Me di cuenta que podía aplicar el arte no solo en el diseño de la cerámica, sino también de joyas, de ropa, etcétera. Ahora filmo poco y hago mucha cerámica con dos ayudantes que hacen que por fin tenga un taller súper productivo. Hay un par de días al mes que parecemos una fábrica, después todo se calma y vuelvo a mi ritmo de soledad.
El resultado es una obra delicada y orgánica que, aunque pudiera ser utilitaria, se encuentra en ese límite, difícil de establecer, entre arte y artesanía.
Al contemplar todas las piezas juntas en el taller, queda claro que se trata de algo que va más allá. El lugar, la antesala de la casa, una suerte de pequeño invernadero que la misma Carolina proyectó, el que sirve como lugar de trabajo, de exhibición y, de cuando en cuando, como escenario para las ventas de taller. Aquí se pueden ver las piezas finales, las que no llegaron a concretarse y las que, con algunos errores, han servido como “estudios” para nuevas iniciativas. “Me encanta la conexión con la tierra, que sea tan resistente, que se quiebre mucho menos que la losa, que se puedan hacer pisos, muros, además de piezas utilitarias y de esculturas. Quería hacer arte y hacer cosas con la tierra es increíble”, cuenta Carolina sobre este proceso. Una de las diferencias que marcan el trabajo de Carolina es que esmalta con pincel o pistola, lo que es más trabajoso y explica la terminación de su piezas. “Me gusta que quede simple y sencillo, pero es más complicado. Hacer algo simple es tan difícil que me encanta cuando queda esmaltado sin que se note que lo está, deformado con movimiento sin ver las huellas de los dedos que lo movieron y tratando de rescatar la pasta con la que está hecho más que adornar con esmaltes u otros elementos”, comenta. Y desde la cerámica surgió un nuevo interés que y se encuentra tomando forma en un nuevo proyecto de diseño de ropa de trabajo que sea simple, pero elegante a la vez. En paralelo a este quehacer artístico, Carolina se encuentra dedicada en parte a la dirección de arte en publicidad y también a un área nueva: la remodelación. La arquitectura la apasiona y ya lleva años de experiencia renovando las casas en las que ha vivido. En la que fotografiamos para esta edición, lleva ocho años y las intervenciones que proyectó han sido clave para darle una espacialidad muy diferente que explica por qué la hacen tan especial, independiente de la decoración, un tema que también maneja con destreza. Lo que más sorprende, en este sentido, es la gran cocina que se encuentra pegada al jardín trasero y que funciona como un volumen completamente independiente donde transcurre gran parte de la vida diaria. “Me encanta cocinar. La primera cosa que hicimos cuando llegamos a esta casa fue construir esta cocina, los niños eran chicos y todo pasaba en este lugar”, cuenta ella, responsable también del diseño de los grandes ventanales de fierro que se pueden plegar logrando que el espacio quede completamente abierto y se conecte con el patio, otro lugar donde ha puesto mucha energía, creando un espacio verde que ha cuidado personalmente. Un patio interior, conecta la cocina con la que fue la salita y que ahora se convirtió en el dormitorio de Carolina. Ella decidió dejar la habitación principal del segundo piso a su hija y, trasladarse, al primer nivel. Al “tomarse” el primer piso de la casa, queda muy cerca del taller. El living y el comedor también se encuentran muy cerca y se caracterizan por ser muy neutros, muebles antiguos conviven con el diseño de líneas contemporáneas y con cuadros, que en su mayoría, no están colgados, porque van cambiando de lugar cada cierto tiempo. La luz natural llega por ventanas y un gran tragaluz que definitivamente es otro acierto en el espacio que también fue incorporado tras la remodelación.
Los colores claros, las piezas de cerámica, la madera, el ladrillo… una mezcla irrepetible llena de creatividad que es la mejor prueba de la personalidad de su dueña.