Incrustada en una de las regiones más lujosas del planeta, esta majestuosa propiedad despliega su despreocupada belleza sobre un entorno exquisito y natural.
POR: PAULINA TERÁN. FOTOS: FRANCIS AMIAND
Darse el lujo de jugar con lo bohemio y lo excéntrico y hacerlo solo con los pocos elementos del más elevado carácter suntuoso es algo que pocos diseñadores son capaces de lograr. La francesa Stèphanie Coutas es una de ellas. Su larga listade residencias millonarias es casi tan impresionante como la esencia recursiva y sorprendente de su estilo. Como una verdadera especialista en el lujo high-end, si hay que viajar hasta el fin del mundo para encontrar la pieza exacta que calzará en un rincón específico de la casa, Stéphanie no tendrá reparo alguno en arrojarse de lleno a la búsqueda y no regresará con las manos vacías.
Siempre un paso adelante, la diseñadora creó un atrevido interior que combina el arte moderno con la tendencia bohemian chic.
Con deliciosas vistas al Golfo de Saint-Tropez, esta magnífica villa de lujo está llena de naturaleza, la que sirve como el fondo de vitrina perfecto para destacar la brillantez, elegancia y el refinamiento, propios de Stéphanie para seleccionar mobiliario y accesorios. La combinación de objetos selectos de todas partes del mundo le permitó a Stéphanie crear su propio universo, alejado del ruido y el tumulto parisinos, una versión paralela, más relajada y accesible del estilo de vida glamoroso. La oportunidad de mostrar nuevos acabados se logró gracias a la utilización de materiales como la madera, el mármol, la rafia y el lino, presentes en distintos aspectos del diseño interior.
La entrada de la villa recibe a sus visitantes con elementos que llegan desde lejos. La alfombra, diseñada por la firma de la diseñadora, SC Edition, está hecha en seda vegetal traída de la India, tratada con tintes naturales. Arte ancestral en madera tallada nos recuerda que aquí no rigen las mismas normas que en el resto de Francia. La sobriedad es reemplazada por calidez y un viaje de sentidos empieza, en compañía de un libro abierto de colores, creado por el artista David Hockney para Taschen. ¿Es esta una invitación para que los visitantes de la casa permanezcan siempre abiertos? No lo descartamos.
Una vez iniciado el fascinante tour por la casa es fácil adivinar que el libro de colores no seráel único objeto de arte que desarme a sus espectadores. Tanto en la sala como en el comedor, se encuentran piezas de arte que deslum- bran, como las tres esculturas sobre la mesa del dormitorio principal de KaI Aspire, las mesas-escultura en la terraza de la misma habitación de Agnés Debizet, la lámpara, o, mejor dicho, el túnel psicodélico de Emmanuel Rybojab en el corredor, el arte en la pared exterior, Soleil, diseñado por Jean Derval y elaborado por Roger Capron (inspirado en el trabajo hecho por estos dos mismos artistas, para el hotel Byblos en Saint Tropez), o la escultura de bronce de Albert Féraud de 1956.
Los espejos son también obras de arte en sí mismos y es difícil no enloquecer con más de uno, como el espejo de la Galerie Yves Gastou (que aparece en el corredor), hecho en bronce, con ornamentación surrealista, firmado y numerado, como pieza de edición limitada, una de las solo 25 copias del modelo creado en 1970; o de perderse en el reflejo del sencillo espejo de la entrada que nos remite de inmediato a los jardines de la villa, manteniéndonos atrapados entre el deseo de salir y el deseo de seguir recorriendo tan magnífica propiedad. El resto de la casa está repleto de espejos en materiales naturales, de la marca Asiatide.
Toda la villa está repleta de pequeños (pero costosos) detalles que encandilan a su paso. La sala es el área en el que se hace más evidente la fusión de lo bohemio y lo moderno. Muebles de estilo sobrio, diseñados por SC Edition, contrastan con elementos naturales, como las lámparas blancas hechas con fibra de palma de Rock the Kasbah by Philippe Xerri y la espectacular pared de madera panelada, hecha por Etienne Moyat.
La mesa de ajedrez de Ginger Brown introduce el elemento más racional y lógico. En el comedor se repiten lámparas similares del mismo diseñador, y se introducen elementos que aportan dinamismo como el papel tapiz de Océania Néma y las sillas vintage de Patrick Chassang (marché Serpette). Jardines enormes, repletos de verdor, expresado en altos árboles y grandes palmeras, una piscina, un gimnasio y una sala de cine hacen de esta casa de verano una experiencia excepcional. Materiales naturales, piezas de diseño únicas y arte por todas partes afianzan la propuesta decorativa. Así, con maestría e ingenio, Stéphanie logra darle vida a lo que se conoce como el ethos, o el carácter de este incomparable lugar, un verdadero paraíso bohemio, en el que no nos molestaría perdernos para siempre.